Amomascota

La importancia de la higiene

En esta sección se indican los cuidados habituales que hay que darle al perro, en el aspecto de la higiene. Si se practican con regularidad se evitarán problemas mayores, que en casos extremos podrían agravarse y llegar a precisar atención veterinaria o, peor aún, ser fuente de contagio de enfermedades a las personas que viven con el perro.

El principal problema es que se ensucian (sobre todo si el perro vive en la ciudad, a causa de la contaminación). Normalmente, esta suciedad se elimina en forma de lagañas, que se le pueden limpiar con un paño húmedo. No hay que dejar que se acumulen hasta que al perro le molesten tanto que se frote con la pata.

En perros viejos, o a causa de una enfermedad o lesión, puede haber dificultades para mantener la humedad del ojo. En este caso conviene hacer una limpieza regularmente, previa consulta al veterinario para que indique el producto a usar adecuado.

Si se acumula cerumen hay que quitarlo cuidadosamente, tal como haríamos en el caso de una persona. Pero hay que hacerlo con mucho más cuidado, ya que por la forma de las orejas del perro, si simplemente soltamos las escamas de cera, caerán al interior, pudiendole dañar el conducto auditivo. Si no estamos seguros de cómo hacerlo es mejor dejarlo en manos de un profesional.

Hay que prestar atención especial a los perros de razas que tienen las orejas caidas, que además de acumular la suciedad “normal”, pueden convertirse en nidos de parásitos.

Hay que controlarlos para evitar la aparición de caries. De entrada, el perro no debería comer jamás dulces, azúcar o chocolate. Si aparecen caries, sarro, o por accidente se rompe un diente, hay que visitar al veterinario de inmediato.

A nivel más cotidiano, basta con darle regularmente trozos de pan duro y seco. Al masticarlo, el perro hace su propia limpieza. También se le pueden cepillar los dientes con un dentífrico o bicarbonato (si se deja… posiblemente decidas que el pan duro es una opción mucho mejor 😉

A un perro que vive en el campo, se le desgastarán naturalmente. Si estamos en la ciudad es más complicado. Lo más probable es que le crezcan hasta el punto de resultar molestas para él y para las personas con las que convive, y en el peor de los casos dificultan sus andares. Por todo ello resultará imprescindible cortárselas, pero es una tarea muy delicada (no son como las de las personas), por lo que es conveniente acudir al veterinario.

Dependiendo de la raza, basta un cepillado, o es necesario visitar al peluquero. En perros de pastor alemán conviene hacerle un cepillado a la semana, para quitarle pelos muertos y polvo. La grasa natural que el perro segrega bastará, junto con ese cepillado, para que mantenga el pelo limpio y brillante. En el periodo de muda (normalmente va parejo a los cambios de estación: pelo de verano y pelo de invierno) hay que aumentar la frecuencia del cepillado.

El cepillo ha de ser tal que arrastre los pelos sueltos, pero no llegue a arrancar pelo por si mismo.

El baño debe darse un par de veces al año, como máximo, y nunca a cachorros de menos de seis meses. El cepillado periódico y la propia secreción grasa del perro sirven para mantenerle limpio el resto del tiempo. El baño sirve para quitarle malos olores, colaborar en la caida del pelo viejo, y eliminar parásitos.

El agua no ha de estar ni muy fría ni muy caliente (a unos 38º como máximo), y ha de usarse jabón neutro o champú para perros. Debe evitarse que le entre agua en ojos y orejas. También hay que evitar que el perro se enfríe mientras está aún mojado, por lo que se le debe secar bien, con una toalla o un secador (cuidando de no quemarle el pelo).

Si el perro se moja accidentalmente (por ejemplo con lluvia), hay que meterle en casa lo antes posible y secarle bien, y si es posible, manteniéndole en movimiento. Esto vale también mientras se está mojando: no hay que permitir que se quede quieto hasta que se le pueda secar.

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