Igual que la mujer premamá es animada a “comer por dos”, muchas hembras gestantes son sobrealimentadas durante la gestación. En la perra, los óvulos fecundados no se adhieren a la pared del útero hasta dos o tres semanas tras la cópula, más tarde que en otros mamíferos, y la demanda adicional de nutrientes es insignificante hasta la sexta o séptima semana. Durante las últimas tres o cuatro semanas los fetos crecen muy rápidamente. La provisión energética y nutricional es extremadamente importante en esta fase, ya que la carencia afectará ante todo el estado de la hembra y por consiguiente a los cachorros, que en el mejor de los casos nacerán muy pequeños, pero en el peor, malformados o muertos.
Si la hembra tiene un peso normal, rellena pero no obesa, cuando es cubierta, no hará falta ningún cambio en su dieta habitual equilibrada hasta la quinta o sexta semana de gestación. Aunque necesitará aproximadamente un 40 por ciento más de alimento durante la fase final de la gestación, es conveniente ir aumentando gradualmente. Por ejemplo, un aumento del 20 por ciento en la quinta semana, un 30 por ciento en la sexta semana y seguir así, incrementando un diez por ciento más cada semana, como pauta, ya que la práctica ha demostrado que ello da como resultado cachorros sanos, de buen tamaño y que la hembra vuelve a recuperar más o menos el peso que tenía en la fecha en que fue cubierta.
Puede ser necesario dividir el alimento en varias raciones más pequeñas al final de la gestación, ya que el útero ocupa cada vez más lugar en la cavidad abdominal, limitando el volumen del estómago. Debe adoptarse una dieta bastante concentrada por la misma razón.
Puede haber pérdida de apetito inmediatamente antes del parto. Esto es bastante normal, pero si persiste después del parto, hay que consultar al veterinario, ya que la inapetencia en este período es casi siempre debido a un estado de infección, y de cualquier manera, al no ingerir alimento, disminuye la producción de leche.
La lactancia es, sin duda alguna, la fase más exigente en cuanto a nutrición en la vida de la perra. La leche de perra es muy concentrada (posee el doble de energía, materia seca, proteína y grasa que la leche de vaca) y requiere una cantidad de alimento considerable para su producción. Se ha demostrado que en la fase máxima de lactancia, algunas hembras producen hasta 7,5 por ciento de su propio peso corporal en leche al día. Aunque la mayoría produzca un 4 por ciento aproximadamente, no deja de ser un esfuerzo considerable.
Durante la tercera y cuarta semana tras el parto, la perra puede necesitar cuatro veces la cantidad de su alimento normal. La cantidad exacta depende del tamaño de la camada y si los cachorros reciben algún tipo de nutrición adicional aparte de la leche materna.
El alimento debe dividirse en varias raciones pequeñas, y una vez más, debe ser concentrado y palatable. Algunas perras pueden comer a discreción, pero otras pueden comer demasiado si les deja comida a libre acceso, conviene vigilar cuánto comen y controlar su peso. Debe tener agua fresca a su alcance en todo momento.
El destete debe ser un proceso gradual. Una separación brusca de los cachorros de la madre puede producir mastitis en la hembra y falta de crecimiento en los cachorros. A los cachorros se les puede empezar a dar pequeñas cantidades de comida blanda a partir de las tres semanas de edad, pero únicamente si muestran interés. Depende mucho del tamaño de la camada y de la cantidad de leche materna, y aunque los cachorros se inicien muy temprano con comida alternativa, la leche materna debe ser la mayor fuente nutricional hasta las cuatro semanas de edad.
Una separación gradual de la madre favorece que su producción de leche cese sin necesidad de medicación y facilita a los cachorros habituarse a su nueva alimentación de una forma natural. Puede ser conveniente disminuir la comida de la perra hasta la mitad de su nivel de mantenimiento inmediatamente después de la separación total, pero si la perra ha perdido mucho durante la lactancia, necesitará alimento adicional para volver a su peso normal tan pronto haya cesado la secreción de leche y se haya completado el destete.
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